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Definición y funcionalidad.
El recibidor o antesala es la habitación de acceso a la vivienda, y su función es la de recibir.
Es el espacio que establece una delimitación entre la intimidad del hogar y la persona recién llegada.
Desde el recibidor, los habitantes de la casa podrán decidir el grado de intimidad y de hospitalidad que desean conceder al visitante. Además, este espacio también permite que ciertas visitas (carteros, cobradores, mensajeros, etc.) puedan cumplir sus trámites sin interferir en la intimidad hogareña.
El recibidor no sólo contribuye a disminuir los ruidos (tanto los de la calle como los del interior de la vivienda) sino que también sirve de elemento amortiguador en todos los sentidos, atenuando los olores y las corrientes de aire y evitando hallarse repentinamente con las diversas molestias a que da lugar la proximidad de la escalera.
El recibidor cumple también la función de procurar una entrada independiente a las distintas dependencias del piso, lo cual es fundamental para todas ellas.
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Dimensiones.
Se le da una anchura estandarizada con un mínimo de 120 cm, ya que esta anchura permite que dos personas adultas en movimiento puedan cruzarse de forma desahogada, sin tropezar.
Sin embargo, como en la mayoría de los casos suelen colgarse las prendas de abrigo en el recibidor, las dimensiones mínimas indicadas pueden resultar insuficientes.
Con mayor motivo, si se instala en el recibidor un armario para la ropa de abrigo, el calzado de lluvia, los paraguas y otras prendas, sería necesario tener libre el espacio necesario para ponerse cómodamente un abrigo y cerrar tras de sí las puertas.
La superficie mínima recomendable para un recibidor es de 3.5 metros cuadrados, y es conveniente que exista un espacio libre circular de 150 cm de diámetro.
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Sistemas de separación.
Se debe procurar siempre resguardar visualmente la entrada de algún modo, evitando así que la puerta principal irrumpa directa y abiertamente, sin ningún tipo de reserva, en la sala de estar.
En el caso de una vivienda sin recibidor, existen diversos métodos de separación, como un armario de obra o unas estanterías que velen total o parcialmente la zona de estar. También puede estar colocada la puerta de manera que desde el ángulo de entrada no se domine la vista del resto de la estancia. Pero cuando esto no es así y desde la puerta se ve la zona de estar, se debe intentar resolverlo diseñando la estancia con los elementos apropiados para darle privacidad. Algunas posibles soluciones son:
1. Si el estilo de vida es informal, poco convencional, bastará con colocar una alegre cortina de cuentas de cristal de diversos colores o de cuentas de madera si la decoración es más sobria, incluso, si se quiere que la cortina sea tupida, se pueden utilizar tiras de plástico muy compactas.
Estas separaciones resultan muy practicas en lugares de dimensiones reducidas y de mucho paso, ya que se puede atravesar la cortina fácilmente, y el ambiente se mantiene siempre reservado porque ésta vuelve a ocupar su lugar por si misma.
2. Si el lugar es más amplio y se requiere reservar parcialmente, dejando una zona de paso al descubierto, puede colocarse un biombo, de material y aspecto acordes con el resto de la decoración, cuya situación siempre será fácil de cambiar. Si se prefiere una separación más consistente, se puede colocar un mueble de doble función, que sea un armario por el lado que se abre al recibidor y biblioteca o mueble de diversas funciones por la parte que accede al salón. Es aconsejable que este armario no tenga más de 2 o 2.10 m de altura, pues de este modo se aprovechará parte de la luz del salón.
3. En caso de que no se disponga de espacio ni de luz, otro buen elemento separador lo constituirá la colocación de una celosía de madera combinada con cristal u otro material traslúcido, que permita el paso de la luz.
Es muy importante la utilización de materiales traslúcidos por el hecho de que a la vez que actúan como elementos separadores entre dos zonas diferentes, permiten que pueda comunicarse a través de ellos la luz.
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Mobiliario y complementos.
Es conveniente que el recibidor disponga de un armario o de un perchero donde dejar abrigos y demás prendas de la calle. La elección de este elemento dependerá del espacio disponible y del estilo del interior del piso.
Si se trata de un armario, convendrá que sea pequeño y de poca profundidad, en cuyo caso, en vez de una barra con colgadores, deberá estar provisto de tiradores, de manera que la ropa quede colgada en posición frontal. Pero si el recibidor es muy grande (lo cual no ocurre con mucha frecuencia), se puede colocar un armario más amplio, de modo que sirva de desahogo del resto de armarios de la casa, guardando en él toda la ropa de exterior de los miembros de la familia. En cualquier caso, el armario del recibidor puede ser un mueble de estilo o bien estar empotrado.
Otra solución consiste en colocar un perchero, ya sea de pie o de pared. Otro mueble necesario para el recibidor será una banqueta o una silla, en la que el visitante pueda acomodarse entre su llegada y el momento de ser recibido.
Hay que tener en cuenta que en una casa particular no es habitual que las visitas tengan que estar mucho tiempo esperando. Por lo tanto, no es preciso que estos asientos sean muy cómodos, pero sí es importante que se escojan acertadamente en cuanto a diseño y calidad. Dado que no tienen que rendir grandes servicios, su valor es más bien figurativo.
Si la entrada es muy pequeña, podrá optar por una silla muy estilizada, de diseño muy simple, o disponer una banqueta. Y si tan pequeño es el ambiente y se le quiere sacar buen provecho, la solución más práctica consiste en instalar un banco con un cofre bajo el asiento; el cofre/baúl podrá servir para ocultar paquetes u otros objetos que no sea oportuno dejar a la vista.
Si se trata de una estancia amplia, se puede colocar desde una sillería antigua de madera noble hasta un alegre tresillo.
Otro mueble esencial en el vestíbulo es el paragüero. Además de cumplir una función práctica, los paragüeros constituyen un elemento decorativo de gran valor en la entrada de una vivienda. Su presencia es tan habitual que, incluso en zonas geográficas donde no son frecuentes las lluvias, y a modo de sofisticada decoración, son sustituidos muchas veces por un jarrón de valor en el que se coloca, en vez de paraguas, una colección de bastones con bellas empuñaduras.
Recuerda que en decoración la solución más práctica y sencilla es siempre la mejor. El esfuerzo excesivo en querer disimular algún defecto sólo sirve, muchas veces, para ponerlo más en evidencia.
Como toque final del mobiliario de la zona de recibimiento debe tener en cuenta el más característico y también el más ingrato de sus muebles: el cubrecontador.
En muchos países, las compañías eléctricas tienen establecido que los contadores y cuadros de seguridad se instalen en el recibidor con objeto de agilizar la lectura del consumo eléctrico. En las viviendas de lujo suelen estar instalados a la entrada de la zona de servicio, y en la construcción actual se hallan siempre empotrados. Pero queda todavía un buen número de viviendas en las que se le planteará la necesidad de camuflarlos. Para ello, es muy recomendable que no existan elementos que impidan el fácil acceso, y que, aun siendo mínimo el riesgo, los materiales que se empleen no sean altamente combustibles. Se puede colocar ante ellos una puerta y disimularla mediante un espejo o cuadro.
El recibidor es un lugar perfecto para exhibir colecciones de objetos de mayor tamaño, como por ejemplo abanicos, máscaras, relojes, piezas grandes de cerámica o de cristal, cuadros, etc.
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Revestimientos y pavimentos.
Cuando los techos son muy altos, se puede disimular la desproporción pintándolos en un tono oscuro. Si el techo es muy bajo, se le dará un tono más claro que el de las paredes. También puede suceder que las paredes sean irregulares, en este caso es conveniente evitar los colores brillantes y tratarlas con pintura mate, para que el defecto pase lo más desapercibido posible.
Es conveniente que escoja para revestimiento y pavimento del recibidor aquellos colores y materiales que armonicen con los del resto de la vivienda. Otro factor fundamental que debe tener en cuenta es que el pavimento responda a las exigencias de calidad de la habitación.
En las casas antiguas se utilizaba con mucha frecuencia un pavimento formado por un mosaico de numerosas piezas encajadas con cenefas, pero en la actualidad este recurso es casi prohibitivo, tanto por el coste de los materiales como por el de la mano de obra necesaria para realizarlo. Por esta razón, los antiguos pavimentos han sido sustituidos por el parquet, la moqueta, el corcho y los pavimentos cerámicos, según la elección de los estilos de la decoración y el poder adquisitivo. No obstante, cualquiera de estos pavimentos puede enriquecerse mediante el uso de alfombras de calidad que proporcionan un ambiente cálido y elegante.
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La iluminación.
Como hemos dicho anteriormente, es bastante frecuente que los recibidores y corredores carezcan de ventanas, por lo que su iluminación es nula incluso durante el día. En consecuencia, conviene escoger con cuidado la iluminación artificial que deberá emplearse, puesto que, ante todo, tiene que resultar eficaz.
Tenga en cuenta que es muy importante que la luz esté bien dirigida, aunque no sea muy intensa. Un exceso de luz es incluso poco apropiado, ya que da un aire de ostentación y representa un derroche innecesario de energía. Al tratarse de un lugar de paso, la luz permanecerá encendida durante mucho tiempo, por cuya razón será adecuado aplicar lámparas con bombillas de bajo consumo.
Lo más conveniente es una pequeña lámpara de sobremesa, además de una luz general, de conexión independiente, que sólo se utilizará cuando una visita deba prolongar su estancia en el recinto.
Para no entorpecer el paso, son muy adecuados los apliques de pared o una lámpara de techo.
Un recurso efectivo consiste en iluminar los cuadros, lo cuál será suficiente para crear el clima ambiental que necesita esta dependencia. Los cuadros pueden iluminarse mediante un pequeño haz de luz directa que les llegue desde un punto distante o bien con lámparas de aplique situadas directamente sobre ellos. La primera solución es más apropiada para ambientes y pinturas modernas; la segunda lo es para un clima más tradicional.
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